Los tonos sanguíneos tienen una fascinación letal para nosotras las mujeres.
Ese rojo borgoña, rubí, vino, tomate, carmesí, fresa, escarlata, granate, frambuesa, cereza, coral, salmón, ladrillo, terracota, sangre y otros que no menciono para no alargar esta nota, son sinónimos de energía, poder, vitalidad, apasionamiento, fuerza, agresividad e impulso. Nos ayuda, desde el aspecto psicológico, a intensificar el metabolismo del cuerpo y a superar la depresión pero su uso excesivo aumenta la ansiedad, produce agitación y tensión.
El rojo en su forma más pura hay que saberlo llevar dependiendo la ocasión y el lugar. Si tienes que ir a un evento y quieres un color que aporte fuerza y valor y a su vez estabilidad y seguridad, definitivamente apuesta por el rojo.
Por ejemplo, en el ambiente laboral no es aconsejable por ser un color muy agresivo al igual que si vas a estar en una situación o discusión tensa.
La mujer que elige llevar un vestido rojo sabe llamar la atención y hace una afirmación imponente: sabe quién es y cuál es su lugar.
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