Voy acercándome al medio siglo que cumpliré dentro de poco. ¡Wao! aún me cuesta creerlo…el tiempo ha pasado tan rápidamente.

Cuando tenía veinte años, pensaba que a los 50 sería invisible, que el ímpetu, la creatividad y la energía de la vida desaparecerían…

Sin embargo, al día de hoy, nunca he tenido tanta energía, ganas de vivir y experimentado tanta felicidad; nunca me he sentido tan protagonista de mi vida.   Además, me he liberado de tormentos y complejos que acompañaron mi adolescencia y juventud.

He descubierto que mi felicidad no depende de los demás sino que tengo que buscarla en lo más profundo de mi ser.  He aprendido a ser feliz, independientemente de mi entorno y de las circunstancias.   Me he reconciliado con el hecho de que la vida me haya negado la oportunidad de tener hijos porque he comprendido el  por qué, pues mi misión era otra: enseñar, formar, ayudar y me disculparán los que los que la evocación de esta palabra muy de moda les causa irritación pero he venido haciéndolo por 30 años: EMPODERAR A MUJERES.

Soy perfectamente imperfecta y ¡qué bueno! Tal vez no responda a las expectativas que otros tengan de mi pero ¿saben qué? eso también está “ok”.

Hace años, me reconcilié con la niña que había abandonado y hoy en día abrazo a la joven que fui y a ambas las llevo siempre conmigo, porque me ayudan a seguir teniendo ilusiones, metas y ¡por qué no!   fantasías.

Ya no me tildarán de joven, pero me siento más atractiva, más valiente, más interesante.  Estos no son atributos que me confiero por apariencias externas sino internamente, porque tengo más seguridad, experiencia, sensibilidad y espiritualidad.

Con el tiempo, he aprendido a perdonar lo imperdonable, a olvidar lo inexplicable y a ignorar las calumnias y juicios a priori que no puedo cambiar.  Soy un sólido barco que navega desafiando el mar embravecido.

Igualmente he aprendido a darle valor a las amistades sinceras y a alejarme de las que solo restan y no suman.

No me creo el cuento de que la vida empieza a los 50 pero es una etapa en la que el ser humano empieza a apreciar la vida que Dios nos ha permitido vivir.

Eso sí, no dejo de aprender, de inventar y de tener fe además de esperanza, lo último que se pierde.

Finalmente, espero con ansias esos 50 años y ¡prepárense! porque a esa edad me tendrán que aguantar lo que sea.  ¡me lo he ganado!

Foto portada: Yolena Samudio. Foto Portada Interna: Wilmer Acosta.

Locación:Tania Hyman Studio